Antes de ayer reconocí
al padre del que iba a ser mi marido o, al menos, de uno de ellos, porque,
claro, dicen que esas cosas no se planean. El otro día, este martes, me di
cuenta (mediante una revelación divina) de que ese hombre que sabía tanto y que hablaba tanto era el padre de
ese chico que de vez en cuando ojeaba por internet. A ese señor era la cuarta
vez que lo veía en unas charlas de ámbito cultural, pero era la primera que lo
identificaba como su padre. La sensación fue rara porque me di cuenta de que
todo encajaba.
Sin embargo,
el primer contacto visual y terrenal con su descendiente ocurrió antes. Hace ya
casi seis años reconocí al hijo en una exposición. A mis amigos, muy de vez en
cuando, les hablaba de él como si supiera cosas de él. Lo que sabía era lo que
publicaba de vez en cuando en su antiguo blog —ahora inoperativo—. Tampoco lo
entendía mucho, pero estaba claro —o eso quería pensar mi yo del pasado— que
trataba temas transcendentales e interesantes. Cuando lo vi paseando por esa
sala con grandes cristaleras dije un tanto alterada: “Madre mía, si es él. No
puede ser”. Lo vi una segunda vez ese mismo día de mayo, pero me di una tregua
y pensé que si lo veía una tercera le diría algo.
Antes de ayer dije
también un tanto entusiasmada: “Madre mía, si es su padre. No puede ser”. Y
acto seguido pensé: "Bueno, sí, puede ser, concuerda”. Sí. Sé su nombre y
sus dos apellidos. Mis amigos conocían su nombre y ahora conocen sus apellidos.
Durante todos estos años pensaban que no existía y me parece que crearon una
leyenda a su alrededor. Pero ahora también saben en qué ciudad vive y supongo
que no comprenden los temas sobre los que escribía y escribe —vamos, que les
pasa casi lo mismo que a mí—.
Ahora mis
amigos y yo conocemos —bueno, por decir algo—, al que en un enlace supuesto, no
se callaría y mencionaría a autores y a eruditos que solo él y su hijo conocen.
Así, sin el nivel, no se podría seguir el hilo en una reunión familiar. Así y
con virtualidad de los hechos no se puede planear nada, pero sí en la
materialidad del texto.