Me duele la cabeza y por eso decido dejar
el móvil de lado. Alejarme del ordenador, apagar la radio, apagar la luz del
techo y encender la de la lámpara. Intento así que nada me distraiga, pero,
raramente ya en otoño, se oye el sonido que emiten los grillos. Ahora mismo desconozco
si existe un nombre concreto para ese soniquete convertido en ruido para mí.
***
Como decía, yo no era capaz de "apagar”
ese zumbido por mucho que cerrara la ventana de mi habitación, bajara las persianas
y corriera las cortinas. Se oía ese cri cri por toda la casa. Lo sé porque tras
el intento de insonorización –frustrado– de mi cuarto comprobé si en las demás
estancias se escuchaba el silencio.
Ese cri cri. Ese cri cri continúo perforaba mi tímpano. Ni con tapones en los oídos se detenía. Ni con la llegada del día.
Ese cri cri. Ese cri cri continúo perforaba mi tímpano. Ni con tapones en los oídos se detenía. Ni con la llegada del día.