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20 julio 2012

Libros de autobús

          No supe su nombre. Tampoco me interesaba. No tengo ninguna foto suya. En mi retina es un chico moreno y con el pelo corto. Llevaba una camiseta de color rojo con letras en negrita y en cursiva. En ella se podían leer palabras en diferentes idiomas. Mientras tanto, yo apoyaba sobre la bandeja un libro de bolsillo en el que subrayaba alguna que otra frase. Me había sentado al lado de la ventana y él me miraba con el rabillo del ojo derecho. Me quedaban 30 páginas para terminar el libro. Pasaron 50 minutos y llegó el último punto. Junté las tapas blandas y mi compañero de viaje, silencioso, me preguntó que si me había gustado. Él durante el trayecto había estado mirando el paisaje y curioseaba el móvil de vez en cuando. Por mi parte hice lo mismo entre unas páginas repletas de descripciones, de detalles, de adjetivos y de metáforas. "Sí, ha sido bastante entretenido", le dije afónica. Le resumí el libro y quería que le contara el final. Me negué. No tenía el derecho a destripárselo y evitarle pasar por los diálogos, las escenas y las imágenes que el autor creaba en cada capítulo. Arranqué un trozo del papel cuadriculado de mi libreta azul. Escribí el nombre del autor y el título. Le dije que en la biblioteca seguro que lo encontraría. 

-Gracias. Parece un libro bastante gordo, ¿cuántas páginas tiene?
-Sí, tiene 617. Pero se lee en nada.

Repasé con él algunas frases que me habían gustado y le leí la parte del libro en la que pintarrajeé una línea perpendicular que marcaba un párrafo completo. En total fueron nueve frases en las que había algunas palabras en japonés que a pie de página la traductora explicaba. Yo había pasado completamente de ellas. "Me gustaría probar alguna vez la sopa de miso y el aburaage". Él no sabía que la sopa de miso era pasta de soja fermentada diluida en caldo ni que el abugaare era tofu frito cortado grueso y ya era capaz de saborearlo. 

El viaje había terminado. Las ruedas de mi maleta rodaban ahora por una ciudad que ya no era ajena a mis pies, por suerte no había charcos. Era verano.


*Desde Hamburgo (Alemania) a las 23:56 AM. Gute Nacht!

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