Madre mía, ¿qué has hecho todo este tiempo? Perdí el móvil y todos los números de teléfono. No recuerdo ni tu último SMS. Nunca me llamaste, ni nunca te llamé. Tampoco tenía cómo. Todo estaba cerrado. Lo habían desvalijado todo. Yo qué sé. No quiero ni recordarlo. Madre mía, ¿qué has hecho todo este tiempo? No tengo tiempo para que me cuentes.
Han pasado 11 años. No quiero saber nada. Te busqué, pero todo el mundo había tenido que huir. Lo sé, no quedaba más remedio. Sé que a Mxxx le pillo también toda la hecatombe. Creo que se fue con su madre a trabajar en un abastecedor de comida itinerante. Cxxx tuvo un par de hijos con Pxxx. Me parece que a uno de ellos lo atropelló uno de esos camiones grandes. Qué horrible. Eso es lo que me dijeron. Yo me quedé aquí. No tuve cómo escapar. ¿Y tú? Madre mía, ¿y tú?
Deja que te diga. Madre mía, es que me aturullo.
Deja que te diga. Pensaba que te habías montado en uno de esos barcos. En una de esas naves extrañas supersónicas. Que habías conseguido llegar a otro mundo, digamos. Tenía claro que te habías salvado de la catástrofe. Quería pensar eso. ¿Qué te ha pasado? No me digas. No. Ni te has movido.
Madre mía. Es que no sé qué decir. Pensaba que vivías, pero también pensaba que habías muerto. No te puedo engañar. Oye, pero di algo. Di algo tú.
[De la boca,
un puñado de hormigas.
Un espejo que se empaña.
En el bolsillo derecho,
tres envases antiguos de huevos Kinder vacíos.
Entre los dedos, unos auriculares rotos.
—Deja que te tape.
—Gracias.
(…)
—¿Qué te pasa en el ojo?]
Han pasado 11 años. No quiero saber nada. Te busqué, pero todo el mundo había tenido que huir. Lo sé, no quedaba más remedio. Sé que a Mxxx le pillo también toda la hecatombe. Creo que se fue con su madre a trabajar en un abastecedor de comida itinerante. Cxxx tuvo un par de hijos con Pxxx. Me parece que a uno de ellos lo atropelló uno de esos camiones grandes. Qué horrible. Eso es lo que me dijeron. Yo me quedé aquí. No tuve cómo escapar. ¿Y tú? Madre mía, ¿y tú?
Deja que te diga. Madre mía, es que me aturullo.
Deja que te diga. Pensaba que te habías montado en uno de esos barcos. En una de esas naves extrañas supersónicas. Que habías conseguido llegar a otro mundo, digamos. Tenía claro que te habías salvado de la catástrofe. Quería pensar eso. ¿Qué te ha pasado? No me digas. No. Ni te has movido.
Madre mía. Es que no sé qué decir. Pensaba que vivías, pero también pensaba que habías muerto. No te puedo engañar. Oye, pero di algo. Di algo tú.
[De la boca,
un puñado de hormigas.
Un espejo que se empaña.
En el bolsillo derecho,
tres envases antiguos de huevos Kinder vacíos.
Entre los dedos, unos auriculares rotos.
—Deja que te tape.
—Gracias.
(…)
—¿Qué te pasa en el ojo?]